Hubo que imponer la razón
a cañonazos
dada la enferma perseverancia
de 'lo mío'.
Hubo que optar por la sangría
para sanar
la pertinaz ceguera monetaria
de 'lo propio'.
Hubo que extirpar el miedo
con terror;
una homeopatía de choque
por la justicia.
Tercas son las bayonetas del egoísmo
y aun más terco
el hambre que afila los puños.
R. de M. 6/12/2013
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